Mi mundo al revés…el viaje a mi mundo interior!

Julia Babarro Calviño
Psicóloga

No se muy bien como comenzar a escribir este artículo. Las ideas bullen en mi cabeza. Miles de informaciones, sentimientos pensamientos…Todo interesante, todo importante…nada muy maravilloso ni alucinante. Simplemente miles…me atrevería a decir casi millones - al menos así lo siento - de pequeñas cosas interconectadas que han movido mi mundo…el mío, el que me pertenece, ese que está por debajo de la piel.

Es difícil elegir de que hablar. Pero ¿porque elegir? He aprendido que elegir, también puede ser “no elegir” …eso también es decidir y es tan válido y tan sabio como elegir al reducido modo convencional: “seleccionar”.

Me preocupo!… ¿para qué? …también he aprendido…que puedo y debo fluir! …y eso hace que me ocupe!... así que me dejo fluir, me ocupo de mí…DE MI!...si, con mayúsculas. Suelto las anclas del mundo objetivo real, ese que todos vemos y percibimos a través de los cinco sentidos que nos enseñaron en la escuela y me dejo fluir con el viento de la calma, recorriendo despacio y con atención plena y consciente el camino transitado en los últimos meses.

Arrancaba un nuevo proyecto en mi vida y como siempre estaba ilusionada, emocionada. Me observo en el cine de mi mente, con mi mochila cargada de sueños, de expectativas. Con la llama de la pasión palpitando dentro de mí, esperando impaciente donde depositarse y desplegarse. Por fin, había llegado el momento de entrar al mundo de las emociones desde la puerta del conocimiento y el saber científico. Esa forma de conocimiento al que nos han enseñado a aceptar como el único válido y confiable.
Ingenua de mi!...no sabía que traspasar esa puerta y entrar al mundo de las emociones iba a poner mi mundo del revés!

Lo primero que aprendí, es que tenía que desaprender si quería aprender. Así de raro como suena esta frase fue el sonido que se produjo en mi interior… ¿Desaprender?...ufff…muy científico no suena!…- pensé - Pero la curiosidad y el ansia de conocimiento abrió mi mente y me quedé. Asombrándome con el apasionante discurso de gente maravillosa que fluía, que compartía su saber con alegría y entusiasmo, que se divertía …que jugaba!...Si, que jugaba!. como los niños en el parque, rodeados de risas, espontáneos y libres…sin juicios, sin críticas, sin desalientos, sin perfeccionismos; recogiendo todos los aportes y poniéndolos en valor…haciéndonos rencontrar con nuestro niño interior para que de su mano volviéramos sobre nuestros pasos y penetráramos seguros y sin miedo en el mundo que él habita…nuestro mundo interior, el que está debajo de nuestra piel!

Acepté la mano extendida de esa niña con mirada mezcla de ingenuidad e incredulidad…y traspasé el umbral de esa puerta!

“Autoconocimiento es el primer paso para educar nuestras emociones” escuché. Y pensé – Tengo parte del camino andado! Siempre he sido un ser reservado, reflexivo, con consciencia clara del impacto de nuestras emociones en nuestra forma de ser, de ver el mundo; en la forma en la que construimos nuestra realidad y nuestras relaciones con quiénes nos rodean. Que busca la belleza, lo positivo, lo mejor que hay en cada ser humano desde la pureza de la esencia, dejando de lado los estereotipos o las definiciones “sociales” de ella -. Que ingenua!...sólo estaba en el umbral. No había traspasado la puerta, no había entrado a mi mundo interior. Era mi corteza prefrontal la que hablaba… “doña organización”, la que todo lo sabe, la que todo lo controla, la que todo lo comprueba – una y mil veces si es necesario- La “única” capaz de opinar con sabiduría …. “La Voz”.

De pronto, un leve murmullo en mi interior comenzó a incrementar su intensidad y poco a poco dejó a “La Voz” en un segundo plano. Mi cuerpo se agitó invadido por un huracán de sensaciones ….
Un tirón en mi brazo desvió mi foco de atención, la niña que me ofreció su mano, ahora está aferrada a la mía y decidida a seguir ahí…. a no soltarme hasta terminar el camino iniciado.

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