A flor de piel

Cada día, podemos experimentar emociones negativas que influyen en nuestra manera de pensar y de actuar. Dramatizar emociones es una oportunidad para experimentarlas desde la propia experiencia y descubrir diferentes matices que aparecen cuando uno expresa lo que siente. Os proponemos esta actividad para niños de secundaria. Es útil para conocerse mejor y aprender distintas estrategias para regular las emociones negativas.

Trabajo individual:

Cada alumno tiene que escoger una emoción que desee trabajar. S i no se les ocurre ninguna, pueden escoger alguna de las siguientes: rabia, tristeza, miedo, ansiedad, etc.
En primer lugar, deben definir la emoción elegida para compartir el mismo significado de la emoción. Pueden contar con la ayuda de un diccionario si se desea. Una vez se tienen las definiciones, deben responder a las siguientes preguntas guía: ¿En qué situaciones has experimentado esa emoción?, ¿cómo has respondido ante ella?, ¿qué puedes aprender de estas experiencias?
A continuación, se pide que enumeren algunas estrategias que suelen utilizar para regular adecuadamente la emoción que han decidido trabajar.

Trabajo en pequeño grupo:

Se divide a la clase en pequeños grupos de cinco a seis personas, a ser posible, agrupando a los compañeros que hayan elegido las mismas emociones. Así se formarán grupos como por ejemplo, el grupo del enfado o el grupo del miedo. Se nombra a un secretario y a un moderador en cada grupo. El secretario deberá tomar nota de las estrategias de regulación que vayan surgiendo para luego exponérselas a toda la clase. El moderador será el encargado de organizar las discusiones, dar la palabra a quien la pida y, si es necesario, animará al grupo para que participe.
El objetivo del grupo será representar la emoción a la clase, para lo que podrán ensayar durante 5-10 minutos. Cada uno debe sentir la emoción a flor de piel e intentar comunicarla. Cada uno debe tratar de buscar su manera particular de expresar la emoción, de modo que, en la representación se puedan observar distintas maneras de expresar la misma emoción.

Trabajo con toda la clase:

Un grupo dramatiza la emoción y el resto de compañeros hacen de espectadores. Al terminar el teatrillo, los miembros del equipo cuentan a sus compañeros que estrategias les resultan útiles para gestionar adecuadamente la emoción trabajada. El resto de la clase puede aportar nuevas estrategias que les ayudan a regular la emoción trabajada.
Por último, se realiza entre todos la reflexión de la experiencia (¿qué se puede aprender de la emoción que se ha interpretado? ¿Y de las que han visto representar).
Para finalizar se puede abrir un debate sobre el esfuerzo que supone regular las emociones, sobre todo cuando se trata de situaciones de conflicto.

Fuente: Inteligencia emocional y social en el aula. Cuaderno didáctico (I)

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