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Somos lo que comemos: Alimentación para tu cerebro

¿Cuánto es de determinante la alimentación en nuestra capacidad de toma de decisiones, memorización, aprendizaje de cosas nuevas…o nuestro estado de ánimo?

Tienes una semana  “de locos”, mucho trabajo (ya sea laboralmente o por estudios), en la que el día con sus 24 horas no dan para mucho, así que esa semana te centras en lo importante: sacar el trabajo adelante, y lo demás, incluida tu alimentación, queda relegado a un segundo puesto.

Casi no hay tiempo para comer, así que un bocata o incluso un café y su pincho será suficiente para tapar ese “agujero” que sientes en el estómago al medio día.

Por la noche, al llegar a casa “y que la cosa ya estará más tranquila cenaré decentemente” esa es la idea pero en la práctica te sientes tan cansadx que literalmente te vas “a lo sencillo”: otro bocata, leche con cereales, alguna chuche, precocinados, ultraprocesados, algo de calentar y listo… cualquier cosa que te lleve 0,5 segundos, no te líe, sólo quieres despejar tu cabeza del día de hoy, descansar. Mañana será otro día.

La semana continúa, los días pasan y según avanza te sientes más irritable de lo normal, quieres dormir por la noche pero conciliar el sueño no es tan fácil, te levantas cansada, con hambre caprichosa, cambios de humor, pequeños despistes,… la “culpa de todo” se la llevará el trabajo o los estudios, es normal, ¡menuda semana de locos!

 ¿Y si te dijera que si esa misma semana hubieses decidido poner como prioridad: comida-sueño, tu sensación en general, aún teniendo el mismo volumen de trabajo, sería de mayor bienestar?

 

Has estado comiendo descuidadamente, tu nutrición ha sido incorrecta y tu mente se hace eco de ello. Comer es un acto voluntario de ingerir alimentos para sobrevivir. Nutrirse es un proceso biológico interno por el cual nuestro organismo obtiene las sustancias necesarias para su buen funcionamiento y aquí, en el tema de las sustancias necesarias, es dónde está el meollo de la cuestión.alimentacion cerebro

NO SÓLO NUTRES TU CUERPO, TAMBIÉN TU MENTE

El médico griego Hipócrates, considerado el fundador de la medicina,  ya nos mostraba en el siglo V a.C el camino de la salud a través de la alimentación con su célebre frase “sea el alimento tu medicina y la medicina tu alimento”. A él se le atribuye  también, erróneamente, la famosa: “somos lo que comemos”, y digo erróneamente ya que el autor de la reconocida frase es realmente Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán. Su escrito quedó plasmado en su libro “Enseñanza de la alimentación” en el 1850, demostrando así ser un adelantado a su tiempo abreviando en una simple frase lo que los estudios científicos vienen a demostrar en las últimas décadas: tu comida es determinante en tu capacidad de memorizar, tomar decisiones, aprender cosas nuevas….

Antonio Damásio, prestigioso investigador neurocientífico, dio un paso enorme al exponer el error que supone hablar de una dualidad entre cuerpo/mente, en su libro El error de Descartes (1994) comenta: 

En la actualidad ya no hay espacio para la duda, los estudios demuestran que la alimentación influye en la inteligencia, memoria, aprendizaje y estado de ánimo, por lo tanto, una mala alimentación –dieta no adecuada- tiene un impacto directo en:

Falta de concentración

Reducción de capacidad de análisis

Pérdida de memoria

Dificultad para aprender

Ansiedad

Depresión

Irritabilidad

Fatiga

Imsomnio (no ser capaz de dormir) / hipersomnia (somnolencia excesiva)

Los alimentos que decides tomar cada día son determinantes para mejorar o empeorar tus capacidades.

ALIMENTOS PARA TU CEREBRO

Aunque sabemos que la mente no tiene una localización precisa (a día de hoy no sabemos su “locus” exacto), si conocemos que el cerebro es uno de sus principales centros de ejecución  y como órgano sabemos qué tipo de nutrientes hacen que funcione de forma óptima.

 Vamos allá:

GLUCOSA (EN EQUILIBRIO): es el carburante, salvo excepciones, de nuestras células. Nuestro cerebro no tolera bien los picos de azúcar en sangre, de ahí que hablemos de glucosa en equilibrio. Liberar azúcar de forma lenta y progresiva. Para ello nuestra dieta ha de incluir: verduras y hortalizas, además de frutas bajas en índice glucémico (kiwi, mandarina, limón, naranja, fresas…)

OMEGAS: son ácidos grasos esenciales. El cuerpo no puede vivir sin ellos y al mismo tiempo el cuerpo no tiene capacidad de “fabricarlos” (como si puede con otros tipos de ácidos grasos). Importantísimo en la formación de la membrana celular o las prostaglandinas (antiinflamatorios): en aceites vegetales, semillas, nueces, pescado azul.

FOSFOLIPIDOS: es muy complicado para el cuerpo generarlos, de ahí la importancia de aportarlo en las ingestas. Son determinantes en la capacidad de memorización y concentración: huevo, lecitina (como la de soja) o pescado azul como la sardina.

FOLATOS: vitaminas del grupo B9 (ácido fólico) necesario para la produción de ADN: se encuentra en las frutas cítricas y plátano, habas, judías y “hojas verdes” (espinaca, col, lechuga…), cereales integrales, pescado, huevo y leche.

POLIFENOLES: son importantes por su función antioxidante natural (flavonoides e isoflavonas) todo lo que es de color morado, rojo, lo contiene: uvas, berenjena, remolacha, fresas, frambuesas, arándanos… también el té, lentejas, guisantes y judías.

NUTRIENTES INTELIGENTES: como el manganeso o el zinc, forman parte de la base de las encimas: semillas, nueces, vegetales. O la vitamina E como antioxidante: frutos secos, aceites vegetales, aguacate.

 

 

 RESUMIENDO, QUE NO FALTEN EN TU LISTA DE LA COMPRA:

 

 

Belén Ventín Dietista-Especialista en Educación Emocional